top of page

Sobre "Relatos en 35 mm"

Escribir es un proceso de destilación, y de probar, probar incesantemente, buscar no sé sabe qué para encontrar algo que sólo reconoces cuando lo tienes delante. Pero eso solo se descubre al final de un camino que puede ser largo y duro, mucho más de lo que a veces se puede intuir con las páginas terminadas. Porque sabes cuando empiezas algo, ya sea novela, cuento, guión, lo que sea, pero no cuando terminas, eso si lo terminas.

Cuando José Luis Ordóñez me avisó de que me pediría un texto para un libro de cuentos yo, conociéndole, supuse que se trataría de algo terror, y me hizo ilusión. Era un género que no había probado y al que me apetecía lanzarme. Andaba ya dándole vueltas a ideas retorcidas y tenebrosas cuando va y me dice: “Es sobre cine. Y Andalucía”.

Me ma-tó.

¿Yo qué iba a escribir sobre eso? Me dejó en blanco. Suelo tener proyectos casi de cada género y estilo, muchos más de los que podré llegar a escribir en mi vida, lo sé, pero de eso nada de nada. En fin. Era una oportunidad y no podía dejarla escapar. Cogí la libretita y me puse a pensar historias. Tenía que ser algo nuevo, algo diferente de lo que tenía planeado. Fui lanzando ideas y lo primero que me vino a la mente lo descarté de inmediato, aunque acabó siendo esa precisamente. Se trataba de una anécdota de mi infancia. De pequeño estuve a punto de ir como extra al rodaje de “El Imperio del Sol” pero no me seleccionaron, tenía tan sólo doce años, pero sí que se llevaron a mi hermano. Pasé todo el día esperándole para que me contara lo que había vivido en aquella jornada. Fue lo más cerca que he estado de uno de esos grandes rodajes de películas en Andalucía, y de Steven Spielberg. Aunque pensé que podía ser un buen arranque lo deseché porque no me parecía que se pudiera montar una historia con esos mimbres. Seguí pensando cosas diferentes, otras opciones, pero acababa siempre volviendo a los días de mi vida que coincidieron con aquel rodaje en Trebujena. Total, que se formó un esbozo de historia en mi cabeza y, al final, me puse a ello. Así fue cómo surgió “El día que odié a Steven Spielberg” y creo que soy objetivo al afirmar que es uno de los mejores textos de mi vida, de esos que me llena de orgullo haber parido y que agradezco infinitamente a José Luis Ordóñez por haberme impulsado a escribirlo, a sacarlo fuera, porque de no ser por él no existiría. Agradecido también por haberlo seleccionado finalmente para ese libro del que estoy tan contento de formar parte y de poder figurar al lado de tantas grandes firmas y mejores personas. Por eso hay que probar siempre, arriesgarse, lanzarse, porque el que busca, al final del camino, siempre encuentra. Por largo y arduo que éste sea.

Featured Posts
Recent Posts
Follow Us
Search By Tags
Archive
  • Facebook Basic Square
  • Twitter Basic Square
  • Google+ Basic Square
bottom of page